El enemigo silencioso

Jorge siguió su ritual de cada mañana. Encendió la computadora, ordenó la agenda, disponiéndose a realizar la tarea del día. Su superior vino para saludarlo, pero se detuvo mirándolo con preocupación. Sin mediar explicación, le pidió que dejara todo y fuera inmediatamente a ver al médico de la empresa. No entendía por qué, pero tras la insistente orden del jefe, fue al consultorio. Le diagnosticaron un severo cuadro de estrés y fatiga emocional, teniendo que recorrer un duro camino para recuperarse del “síndrome del quemado”. ¿Qué ocurrió? El director del departamento quedó impresionado al verlo totalmente desencajado, rodando las lágrimas por sus mejillas en un estado físico-emocional alterado, mientras que Jorge no se daba cuenta lo que sin su dominio propio le estaba sucediendo.

Vivimos en una época en que este silencioso enemigo nos ha puesto contra las cuerdas y muchos estamos sufriendo los golpes de un contrincante que nos ha tomado con la defensa bajas, tras la demandante carga de presiones y el estilo de vida agotador que hemos aceptado desarrollar.

Jesús también lo experimentó en carne propia: enfrentaba severos opositores que actuaban hostilmente para destruirlo, su familia lo cuestionaba, en su pueblo lo trataban con incredulidad y otros se escandalizaban. Por si fueran pocas presiones, había recibido la triste noticia de la muerte violenta e injusta de Juan el Bautista (su primo) que estaba preso por enfrentar a las autoridades corruptas. A su vez, la gente lo presionaba para tocarlo y recibir sanidad, otros querían una palabra de aliento y consuelo. Sus colaboradores más cercanos, llegaron esa mañana a una reunión de equipo, con entusiastas y positivos informes, pero que los tenían a todos dentro de un ritmo de trabajo enloquecedor, porque era tanta gente la que venía e iba para ser atendida, que ni siquiera les quedaba tiempo para comer.

El peligro del colapso físico y mental estaba a la puerta, aún haciendo lo que es bueno, y más cuando estaban siendo exitosos. Por lo cual, la respuesta de Jesús debe ser un llamado de atención para nuestra generación que vive siempre al límite del desborde: “Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo” (Marcos 6:31 DHH). Y posteriormente, despidió a toda la gente y también a sus discípulos, yéndose solo al monte a orar (Mc. 6:46).

¿Hay alguna similitud con su estilo de vida actual? Numeremos algunos pasos prácticos para hoy:

1. Reconocer que los agentes estresores siempre estarán allí, las presiones no cesarán y difícilmente podremos escapar completamente a ellas. Sin embargo, …
2. Poner límites es posible, requiere decisión. ¿Solo no puede? Busque ayuda inmediatamente.
3. ¿Cultivo mi relación con Dios en la soledad del encuentro íntimo con Cristo?
4. Pregúntese: ¿Estoy teniendo hábitos alimenticios y sueño saludables? ¿Hago ejercicio para reducir el sedentarismo? ¿Qué otras actividades fuera del trabajo le dan placer y le ayudan a relajarse y desarrollarse?
5. ¿Cómo está su relación con su esposa, hijos y/o familia?
6. Si es líder de un equipo, usted es responsable de todos estos elementos en la vida de cada integrante que trabaja con usted.

Si hoy la tormenta con viento en contra lo ha alcanzado como a Jorge, y las olas amenazan con hundir su barca, no desmaye, no tenga miedo, Jesús conoce su contexto, déjelo subir a su barca para que el tome el control y traiga la calma ansiada.